Los servicios de transición de género son "imprudentes", afirman expertos en medicina y derecho

  •  Michael Cook
  •  23 / 08 / 2021
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Nota escrita por Michael Cook, editor de BioEdge, el 22 de agosto de 2021

Si el consentimiento informado es uno de los pilares de la bioética clínica, los bloqueadores de la pubertad no superan la prueba, tal y como refieren un destacado psiquiatra y un abogado constitucionalista en la revista Commentary, Paul McHugh, profesor de psiquiatría en Johns Hopkins, y Gerard Bradley, de Notre Dame, sostienen que ni los jóvenes ni sus padres pueden entender lo que se pierden al retrasar la pubertad, un aspecto misterioso de la fisiología humana.

Su objetivo inmediato es apoyar una ley recientemente aprobada en Arkansas que prohíbe los "servicios de transición de género" a los menores de 18 años porque son demasiado jóvenes para dar un consentimiento informado. La ley fue anulada por un tribunal federal de apelaciones. Otros diecisiete estados apoyan la ley alegando que la legislación es necesaria porque "el establecimiento médico ha abandonado el campo al ‘zeitgeist’ (espíritu del tiempo, en alemán) político".

El artículo de Commentary abarca demasiado terreno para resumirlo adecuadamente, pero McHugh y Bradley apuntan a dos fallos relacionados con la medicina transgénero para niños y adolescentes.

El primero es la "imprudencia". Para ellos, la pubertad es misteriosa y poco conocida, por ello, jugar con la fisiología de un joven puede ser peligroso.

En el resto de los animales, todo lo que serán está en su sitio en la pubertad. Para nosotros, la pubertad equivale a una especie de segundo nacimiento; es el comienzo de nuestra conversión en miembros que contribuyen a la época. Bloquear la pubertad y luego redirigir artificialmente su curso es manipular un asunto vital del desarrollo humano sin razón alguna para confiar en lo que surgirá más allá de una vida preocupada por las intervenciones médico-quirúrgicas para mantener la ilusión de que el propio sexo ha cambiado.

La segunda es la "irreflexión". El consentimiento debe ser informado; las personas deben comprender las consecuencias de sus actos. Pero una persona prepúber difícilmente pueda comprender lo que implica una vida de esterilidad, sin hijos/as y con medicación para siempre.
Predicen que un solo caso exitoso contra el tratamiento transgénero -como el caso británico Bell contra Tavistock- hará que el experimento de la medicina transgénero se desmorone.

Con la aparición en Estados Unidos de un solo caso bien publicitado como el de Kelsey, con su obvio potencial para una demanda importante, la desventura transgénero llegará a su fin. Comenzará una protesta pública, las compañías de seguros dejarán de apoyar la mala praxis a medida que surjan las demandas, y la reputación de los médicos y los sistemas sanitarios se hundirá.

Sin embargo, el daño para las víctimas será irreparable y, como dice el libro de Abigail Shrier de 2020 sobre este tema, irreversible. Su sentido de la traición será igualado por la vergüenza de todos los que sean capaces de sentirlo.

Traducción: Agustina Geremías




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